Hace mucho mucho tiempo, en el lejano Pisokostria…
Un grupo de enfermas mentes pensantes, de esas que vestirías con una linda camisa blanca de las que se amarran a la espalda, se dieron cuenta de que tenían más hambre que goku bailando batuka. Y, decepcionados de comer siempre la misma amalgama de lo primero que pillasen, decidieron innovar, mezclando y mancillando las recetas tradicionales que tan felices les habían hecho en su infancia. Y así nació la Cocina del Horror, a quien dedicamos esta subsección de Cocina Estudiantil.
Hoy en nuestro bautismo de fuego presentamos una de las creaciones culinarias más acojoteósicas de todos los tiempos. Para todos aquellos que alguna vez han disfrutado de un buen aneto castellana en un mesón random pero son demasiado vagos para el cuchillo y el tenedor. Para todos aquellos amantes de la pizza cuyo sentido patrio se siente herido cuando rinden homenaje a este manjar de tierra tortelina. Para quienes pensaban que ya habían visto toda la bazofia que puede entrar en un estómago humano. Este post es su respuesta. Hoy queda demostrado que en materia de cocina nada puede igualar la creatividad el hombre hambriento, y a todos esos que dudaban de su poder yo les digo:
«Yes, we COOK!»
Antes que nada, y dado que conozco el tirón que tiene este nuestro blog, me veo en la obligación de explicar que un Aneto, allende el sur peninsular, es algo mucho más trascendente y poderoso que una marca de caldo o un pico de los Pirineos. Es algo que quita el hambre y deleita con sólo evocar su concepto. Es algo tan sumamente superior a los estándares culinarios que, para mi desgracia e incultura popular, ni la RAE ni Wikipedia pueden abarcar. Para que nos entendamos un aneto es algo así como el primo de zumosol de los sanjacobos, es una pechuga de pollo (entera) rellena de jamón y queso empanada y frita, pero lo mejor viene en el momento en que suele estar acompañada de salsa a la pimienta, al roquefort, o, como en el caso que nos ocupa, de una salsa a base de cebolla, champiñones y taquitos de jamón conocida como salsa castellana.
Pincha aquí para la receta del susodicho manjar, en un apañado blog de cocina.
Y habiendo aclarado esta piedra angular de la maravilla culinaria que nos ocupa, pasamos a elaborar el concepto. Y para ello responderemos a una pregunta para todos aquellos que han visto más de una reforma de la ley educativa: ¿Cómo se prepara una pizza?
Pues muy fácil, queridos paninos de microodas, muyyyy fácil.
Para dominar el mundo de las pizzas, para marcar la diferencia entre una delicatessen y tomate en una cracker hay que dominar los dos caminos de la pizza. Estos son: La Masa y el Horno. Y parece una chorrada, pero los que han probado la diferencia lo saben: no existe color entre una masa casera bien crujientita y en su punto de sal di la comparamos con una de esas mindundis congeladas, criadas junto a langostinos y espinacas, ¿qué se puede esperar de algo así? Quitando estos dos puntos de complicación, saber preparar una masa casera y saber usar el horno, el resto de la complejidad se reduce a poner la sustancia encima de la masa y meterla con cuidado de no ponerlo todo perdido (para quien le pase, que no se avergüence, todo es cuestión de práctica).
Como estoy en una época flojeras, os voy a remitir a otro blog de cocina donde explican requetebien cómo se hace una buena masa casera. En concreto éste blog.
Ingredientes:
- Para la masa: los que pone la receta de la masa.
- Para los anetos con salsa: los que pone la receta de los anetos con salsa.
- Para que sea una pizza de verdad y no le insulten los panini: orégano al gusto, salsa pomodoro (tomate), y cantidades paganas de mozzarella.
Preparación:
- Sacamos el cariño y la sonrisa de abuela. Porque es bien sabido que el cariño y las sonrisas es lo que hacen los platos ricos y cuantiosos a reventar.
- Nos ponemos el chándal de Pingu que nos compramos en el rastro porque parecía cómodo. Lo vamos a ensuciar.
- Le damos a los ingredientes un discurso a lo «Sargento de Hierro», esto es para luchar contra la soledad en caso de que tus colegas ya estén tajándose en el salón y tú no por eso de manipular comida y elementos metálicos a 200ºc.
Ejecución:
- Lo primero y más importante es ponerse con la masa. Si seguís todo como en la receta que os he pasado no deberíais encontrar mayor dificultad. Un experto en levaduras podría usar prácticamente cualquier tipo para sus fines, sean una masa esponjosa a una finísima crujietiliciosa, como no todo el mundo es un experto os prevengo y aconsejo que vayáis a lo fácil, véase «Levadura Fresca ‘Hacendado'», está en refrigerados del mercadona, son taquitos monodosis, y funcionan muy bien; sin contar que os ahorra el viaje a la panadería de turno y la explicación del panadero que sufrió su primera crisis empresarial cuando sacaron «BIMBO». La primera vez lo vais a poner todo perdido y no vais a poder calcular bien las raciones, así que os aviso de que es mejor hacer dos pizzas medianas que una que no quepa en el horno; ahí lo dejo. Y, para terminar con este punto, ponedle mucho mimo a la parte de quitarle el gas a la masa y la parte del refinado; pasar por esta parte sin cuidado puede resultar en que en vez de una pizza acabes comiéndote una campurrina tamaño Falete, avisado quedas.
- Siguiente paso. Encender el horno (¿Tan pronto?). El horno, amigos míos, hay que precalentarlo antes de meterle nada; como si fuese una… freidora (sí, las freidoras también se precalientan; la «megacroqueta» no es algo de lo que estar orgulloso). Aquí va a entrar en juego una decisión difícil que te recomiendo que hayas tomado con bastante antelación. Dilema, dos opciones: a)Una masa gruesa y esponjosa, o b)Una masa fina y crujiente. Si eres de esas personas a las que le gustan gruesas, entonces ponlo a 220ºc y cuando metas la pizza la dejas unos 20 minutos, hasta que veas que está como te gusta; suavecito y despacito. Si en cambio te gusta que cruja, pues 290º y la dejas unos 10 minutos o hasta que veas que se pone dura; rápido y a tope.
- Mientras que se va precalentando el horno, te pones a preparar la salsa castellana y metes el aneto en la freidora. Freidora que encendiste hace unos 5 minutillos para que se precalentase, obviamente (nota: sabemos que está caliente porque se le apaga la lucecita, maravillas de la tecnología). Disfruta de tu momento de chisporroteo y perolada.
- Una vez listo el aneto a la castellana, cubrimos la base con la salsa de pomodoro (cuanto más casera, muchísimo mejor, dile a alguien que haga el sofrito o se lo pida a la abuela; esto es un trabajo de equipo). Cortamos el aneto en rodajas para que la distribución carne-jamón-queso sea uniforme en toda la pizza. Al cortarlo no lo cojas con la mano, recuerda dónde ha acaba de estar. Y repartimos la salsa castellana por encima, justo antes de cubrirlo con el mozzarella y condimentarlo con el orégano (un toque sutil de pimienta hará la delicia de tus amigos). Lo bueno de poner el queso lo último es que al fundirse crea una costra que hace que todo se quede más o menos en su sitio, pero para eso lo tienes que repartir muy bien por toda la pizza. Nota: Si al repartir los ingredientes doblas los bordes ligeramente hacia adentro dificultarás que se te derramen los manjares al meterlo en el horno.
- Ahora, pues al horno infierno del que saldrá convertido el la súcubo de los paladares exigentes. Y nada, a esperar a que se ponga como a ti te gusta.
Dejo una foto del nuestro prototipo:
Y aquí me despido de esta feria de las naciones quimiostésicas. No diré pronto, pero vendrá más ¡y mejor!
Y no puedo despedir este proyecto sin mencionar a la abuela Wanchisneiro, que es a la cocina suculenta lo que Zeus a los chispazos.
Y para abrir boca: Futuriblemente en Cocina Estudiantil…
– El hambre agudiza el Ingenio (aka La Cocina del Horror): Tortilla Jacobea
y
– Quien controla la especia controla la galaxia – Guía de introducción a los polvitos de sabores.
BIMBO, Hacendado, Gobernator y Falete son marcas registradas propiedad de alguien con muy pocos escrúpulos.
La Tortilla Jacobea (aka San Torticobo, si no me equivoco) es el culmen del horror y el placer culinario.
Me da hasta coraje no poder comerlo.
Y esto de la Pizza de Aneto me da que puedo ingeniarmelas para que no me mate. Your allergic friend is amused.
Como betatester de este manjar he de decir que estaba más delicioso de lo que un ser humano puede imaginar. Viva Pisokostria y todo lo terrible que de allí ha salido!
Pisokostria era una fuente infinita de gastronomía infame, una lástima que no pudiera catar digno manjar. Me queda el consuelo de haber probado la San Torticobo…
Pisokostria está y estará en nuestros hígados. Y como otro betatester del horror… está asombrosamente archidelicioso.
PD: Mi abuela es gloria.
Delicioso, pero mortal.
Que envidia…Algún día me aventurare en esta receta.